Recuerdos del Día de Reyes

                                                                                                                          Por Imelda Garibay
Cuando era niña viví siete años en El Valenciano, un pueblo muy pequeño de Michoacán. En ese lugar nací yo, y casi toda mi familia paterna y materna; sólo mis últimos dos hermanos nacieron en La Paz. No tengo muchos  recuerdos de ese tiempo, pero me acuerdo muy bien de las fiestas que celebrábamos cada año y, sobre todo, de los olores y sabores de la comida de mi abuela materna.
En aquél tiempo, todas las familias de mi pueblo eran muy pobres. Los niños sólo teníamos uno o dos juguetes para todo el año; por eso esperábamos con ansias que llegara el Día de Reyes. Éste es una de las pocas tradiciones mexicanas que sobreviven.

Recuerdo bien el olor a tierra mojada de la víspera de ese día, y cómo niños y niñas barríamos y regábamos las calles del pueblo para recibir a los Reyes Magos. Pero antes de limpiar las calles, les escribíamos una carta para que supieran que juguete queríamos; después  metíamos la carta en uno de nuestros zapatos y lo dejábamos a lado de la cama.  Al día siguiente ¡era toda una fiesta! En cuanto salía el sol, todos  salíamos a la calle a presumir nuestros juguetes. Una vez a mí me amaneció una muñeca de cartón y, sin saber lo que pasaría, un día la bañé y, claro, se deshizo por completo; lloré tan desconsoladamente que  mi pobre padre corrió a pedir dinero prestado para comprarme una igual. Al caer la tarde, toda la familia se  reunía en casa de mi abuela para merendar con rosca de reyes y atole o chocolate caliente.  Mi madre dice que fui una niña muy golosa y que siempre pedía doble rebanada de rosca.


Para comentar:
1 En su casa, ¿celebraban el Día de Reyes? ¿Qué recuerdos tiene?

2 ¿Le gustaría probar la Rosca de Reyes?

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